Cuando los seguidores del Zen no consiguen ir más allá del mundo de sus sentidos y pensamientos, todos sus actos y movimientos carecen de importancia.
Pero cuando los sentidos y pensamientos son aniquilados, quedan atascados todos los pasos al Espíritu Universal y no hay entonces entrada posible.
La Mente original debe reconocerse durante el funcionamiento de sentidos y pensamientos; pero no pertenece a ellos ni, tampoco, es independiente de ellos.
No construyas tus opiniones sobre tus sentidos y pensamientos, no fundes tu comprensión en tus sentidos y pensamientos; pero al mismo tiempo no busques a la Mente lejos de tus sentidos y pensamientos, no intentes asir la Realidad rechazando tus sentidos y pensamientos.
Cuando no estás ligado a ellos ni desprendido de ellos, entonces gozas de perfecta libertad inobstruida, entonces tienes tu sede de iluminación.
Cuando salí de la Divinidad a la multiplicidad, todas las cosas proclamaban "Existe un Dios" (el Creador personal).
Esto no puede hacerme venturoso, pues por ello advierto que soy una criatura.
Mas en la penetración soy más que todas las criaturas, no soy Dios ni criatura; soy lo que era y continuaré siendo, ahora y para siempre jamás.
Ahí recibo un impulso que me lleva más alto que todos los ángeles. Por ese impulso llego a ser tan rico que Dios no es suficiente para mí, en cuanto El es solamente Dios en sus obras divinas.
Pues en tal penetración, percibo lo que Dios y yo somos en común. Ahí soy lo que era. Ahí ni crezco ni menguo. Pues ahí soy lo inmovible que mueve todas las cosas.
Aquí el hombre ganó de nuevo lo que es eternamente y será siempre.
Lo que llamamos 'Tao', 'Dios', 'epiritualidad' o 'verdad' no puede ser captado por el lenguaje, percibido con los sentidos ni contenido en la mente.
Sin embargo, está dentro de nosotros y de todas las cosas.
Esa paradoja nos puede hacer sentir incómodos, por nuestro deseo de describir, sentir y conocer la verdad.
La verdad existe, antes de que existiera el mundo.
Crea, pero no es creada. Es un manantial que nunca se seca y que fluye de una fuente que ninguno de nosotros puede imaginar. Y sin embargo, podemos beber y nutrirnos de ella...
El fin de todas las palabras es ilustrar el significado de un objeto.
Cuando se oyen, deberían permitir al oyente comprender este significado y ello según las cuatro categorías de sustancia, actividad, cualidad y relación.
Por ejemplo, vaca y caballo corresponden a la categoría de sustancia.
Cocina o llora corresponden a la categoría de actividad.
Blanco y negro corresponden a la categoría de cualidad.
Tener dinero o poseer vacas corresponde a la categoría de relación.
Ahora bien, no hay clase de sustancia, no hay género común al cual corresponda el Brahma.
No puede, pues, ser designado por palabras que, como "ser" en el sentido ordinario, significan una categoría de cosas.
Tampoco puede ser designado por la cualidad, porque no tiene cualidades, ni tampoco por la actividad, porque no tiene actividad; "descansa, sin papel ni actividad", según las Escrituras.
Tampoco puede ser designado por la relación, porque "no tiene segundo" y no es el objeto de nada sino de sí mismo.
Por tanto, no puede ser definido por palabra ni idea; como dice la Escritura, es Aquel "ante el cual retroceden las palabras".