(Texto inspirado en la
obra de Pedro Rodea, Jorge Luis Borges, Walt Whitman
y algunos más…)
y algunos más…)
Cuando veo, siento, pienso o
considero los problemas, dramas, enredos, peligros y misterios de todo lo que
existe... me pregunto: ¿qué hago?
Por ejemplo:
¿Qué hago con las matanzas, los
genocidios, los asesinatos, las persecuciones, los encarcelamientos?
¿Qué hago con lo que observó
Herman Hesse: “La vida
es un camino sin retorno”?
es un camino sin retorno”?
¿Qué hago con las perversiones,
con las crueldades, con la ferocidad?
¿Qué hago con lo que dijo Alvin
Toffler: "Toda explicación es una simplificación"?
¿Qué hago con los que están
irremediablemente solos o solas?
¿Qué hago con los suicidas, con
los suicidados y los "suicidados"?
¿Qué hago con la frase del
Talmud: "No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos"? ¿Y
qué hago con Kant, que dijo que aunque
podemos ver “lo que es”, no es “la cosa en sí”?
¿Qué hago con los enfermos
crónicos y los terminales?
¿Qué hago con los que nacieron
sólo para divertirse?
¿Qué hago con los problemas que
nadie sabe resolver, como: "si en vida fueras masoquista, ¿no sería una
recompensa ir al infierno y un castigo ir al cielo"?
¿Qué hago con la enorme
cantidad de idiomas, lenguajes, dialectos y jergas? ¿Y con el sentido del humor
que es risa en un sitio y afrenta en otro?
¿Qué hago con el río rojo que se
formaría si reuniéramos la sangre de todos los hombres que murieron por el arma
de otros hombres, en todos los continentes, y desde el principio de la
prehistoria hasta hoy?
¿Qué hago con el hecho insólito
de que pensamientos y decisiones que se producen debajo de un solo cráneo
(indetectables por la ciencia) –tomemos por casos el de Hitler y el de Colón-
producen millones de muertos, en forma directa o indirecta, generan enorme sufrimiento y cambian la faz
del mundo? ¿Qué hago entonces con un mundo tan aparentemente grande que puede
ser cambiado muchas veces –en diferentes sentidos, opuestos o correlativos- por
un solo hombre?
¿Qué hago con los talentos, los
dones, el genio, y también con la estupidez congénita, el autismo y la
parálisis cerebral?
¿Qué hago con lo que escribió
Omar Khayyam: "El mundo inmenso: un grano de polvo en el espacio. Toda la
ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los
siete climas: sombras. El fruto de tu constante meditación: la nada"?
¿Qué hago con el hecho de que
en todas las culturas del mundo, orientales y occidentales, pasadas y
presentes, el hombre intuye, busca o aspira a lo que llama “la verdad”, desde
los hindúes hasta los mayas? ¿Qué hago para entender , por ejemplo, por qué en
náhuatl, la palabra neltiliztli, que
nombra la verdad, está etimológicamente relacionada con “raíz”, “base”,
“fundamento”; por qué la verdad está íntimamente relacionada con la estabilidad,
y por qué un huehuetlatolli pone en
paralelo estas dos preguntas: “¿Posee el hombre la verdad? ¿Existen cosas fijas
y duraderas?”
¿Qué hago con el tiempo
interminable de los presidiarios?
¿Qué hago con lo que observó
Orson Wells: "Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Únicamente a
través del amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no
estamos solos"?
¿Qué hago con Hegel, que después
de una vida entera dedicada a la filosofía, minutos antes de morir, irguió su
cabeza en la almohada, para susurrar: "Hubo un solo discípulo que me
entendió...", y recostándola de nuevo, agregó: "...Y me entendió
mal..."?
¿Qué hago con los ricos que no
pueden parar de generar riqueza, y con los ambiciosos que no encuentran el fin
de su ambición?
¿Qué hago con los dilemas
éticos y/ o prácticos: si uno ve un animal en peligro de extinción comiendo una
planta en peligro de extinción?
¿Qué hago con el ciego
optimismo del dictador boliviano que dijo: “Estábamos al borde del abismo, pero
hemos dado un paso adelante…”, y con el tenaz pesimismo del tango: “… ni el
tiro del final te va a salir…”?
¿Qué hago con los dos o tres
segundos, o los dos o tres milímetros en la trayectoria de una bala, que hacen
la diferencia entre la vida y la muerte, en todas las guerras y asesinatos que
hubieron y que habrán?
¿Qué hago con Michel de
Montaigne, que reflexionó: "El mejor matrimonio sería aquel que reuniese a
una mujer ciega con un marido sordo"? ¿O con lo que recomendó Benjamin
Franklin: “Ten bien abiertos los ojos antes del matrimonio, y medio cerrados
después de él”? ¿O con la descripción de Víctor Hugo: “El matrimonio es una
cadena tan pesada de llevar, que por eso hacen falta dos personas… y a veces
tres…”?
¿Qué hago con los hacinados, y
qué hago con los explotados?
¿Qué hago con lo que dijo Molière:
“Prefiero un vicio tolerante a una virtud obstinada”?
¿Qué hago con los ciegos, los
sordos y los mudos?
¿Qué hago con los que nacen muy
trabajadores, con los adictos al trabajo,
y sobre todo con los vagos y los que simulan trabajar, si el propio Papa
Juan XXIII, al preguntársele cuántas personas trabajaban en el Vaticano,
respondió: “Creo que la mitad”?
¿Qué hago con el hecho
incuestionable (aunque no realizable) de que si en nuestro mundo presente tan
material, concreto y multifacético quitáramos sólo el símbolo “a” o el símbolo “0” –que en principio representa “nada”- tan
fundamentales para el idioma, las matemáticas, la física, la química y la
tecnología-, retrocederíamos más o menos al medioevo (en el caso del “0”) o a
la época de las cavernas, donde todavía no hablábamos (en el caso de la “a”)?
¿Cómo es que toda nuestra “materialidad” actual, tan científica, se derrumba
sin uno o dos símbolos?
¿Qué hago con lo que dijo
Ernesto Sábato: "Todas las revoluciones empiezan con mayúsculas, siguen
con minúsculas, y terminan entre comillas"?
¿Qué hago con el azar, lo
fortuito, los accidentes y la casualidad?
¿Qué hago con lo que dijo
Groucho Marx: "No reírse de nada es de tontos, reírse de todo es de estúpidos",
y qué hago para saber cuál es el límite exacto entre aquello de lo que hay que
reírse y aquello de lo que no?
¿Qué hago con las violadas y
los violados, con el ultraje, la ignominia, la humillación y el oprobio?
¿Qué hago con el gran filósofo
Leibnitz, quien escribió: "todo sistema es verdadero en lo que afirma y
falso en lo que niega"?
¿Qué hago con la pequeñez
indescriptible del microbio y la inmensidad inefable de las galaxias?
¿Qué hago con lo que dijo
Charles Chaplin: “Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero vista de
lejos, parece una comedia”?
¿Qué hago con los que no
piensan y sienten como yo, que son miles de millones de personas, en el pasado,
en el presente y seguramente en el futuro?
¿Qué hago con los postulados
absurdos pero atendibles: "si Dios es todopoderoso y omnipotente, ¿podría
crear una piedra cuyo peso no pudiera levantar?"
¿Qué hago con lo que dijo Julio
Cortazar: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el
alma”?
¿Qué hago con el descubrimiento
de Julio Cortazar: “Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo”?
¿Qué hago con la frase misteriosa
de un personaje que dice, en la historieta Mafalda:
"¿Justo a mí me tocó ser yo?"
¿Qué hago con lo patético, con
lo ridículo y lo tragicómico, que suele ser distinto para personas distintas?
¿Qué hago con un dilema como el
de los siameses, uno de los cuales quería operarse aunque la probabilidad de
supervivencia era de un 50%, y el otro dijo: “no”? ¿Y qué hago con el aporte de
un allegado que sugirió tirar una moneda para que lo decida el azar, y quien
tenía miedo volvió a responder: “no”?
¿Qué hago con las preguntas que parecieran contener una
respuesta, como la de Omar Khayyam: “Admitamos que hayas resuelto el enigma de
la creación. Pero ¿Cuál es tu destino? Admitamos que hayas despojado de todas
sus velos a la Verdad. Pero ¿cuál es tu destino? Admitamos que hayas vivido
feliz cien años y que te esperen cien otros todavía. Pero ¿Cuál es tu destino?”
¿Qué hago con los masoquistas,
que cuando leen: “Lo que no quieras para ti, no lo quieras para tus hermanos”,
quieren aplicar la norma igual que todos los demás?
¿Qué hago con las preguntas y
respuestas que nos meten en problemas, como las de George Bernard Shaw:
"¿Por qué debemos aceptar consejos sexuales del papa? Si sabe algo de
sexo, ¡no debería!"
¿Qué hago con Moisés, al que aparentemente
Dios, “en versión” Jehová, le dijo: "Soy el que soy"?
¿Qué hago con Jesús, que se
dice que dijo: "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de
Dios" (parece que lo dijo en ese orden), y con las interminables
interpretaciones de esto?
¿Qué hago con Lao Tsé, que se
dice que dijo: “Darse cuenta de que nuestro conocimiento es ignorancia, es una
noble comprensión interna. Considerar nuestra ignorancia como conocimiento es
enfermedad mental”?
¿Qué hago con la máxima de la
física cuántica: "Abandonen aquí el sentido común"?
¿Qué hago con las clases
sociales, con las castas, con las tribus, con las etnias, con las sectas, con
los partidos, con los grupos, con las bandas, con los ejércitos, con los
soldados, con los fieles, con los rebeldes, con los apóstatas, con los herejes,
con los conversos, con los traidores y con los espías?
¿Qué hago con lo que dijo el
novelista John Barth: "ver dentro de uno mismo implica siempre malas
noticias"?
¿Qué hago con el riesgo, con el
peligro, con la incertidumbre, con lo desconocido?
¿Qué hago con la extrema
lucidez, como la de Jorge Luis Borges, quien, cuando una señora le preguntó en
la calle: “¿Usted es Borges”?, le respondió: “Momentáneamente”?
¿Qué hago con la frase maya:
"In Lak’ ech a lak’ (Tú eres Yo y yo soy tú)?
¿Qué hago con Krishna, que se
dice que dijo: "El espíritu sereno acepta el placer y el dolor con una
mente tranquila y no se conmueve por ninguno”?
¿Qué hago otra vez, con
Krishna, de quien también se dice que dijo: “De todos aquellos seres que vienen
al mundo, muy pocos son los que buscan la perfección, y de todos los que llegan
a la perfección, muy raro es el que me conoce”?
¿Qué hago con Mahoma, que se
dice que dijo: "La tinta del sabio es más sagrada que la sangre del
mártir", y también: "Matadles (a los infieles) donde deis con ellos,
y expulsadles de donde os hayan expulsado"? Para aclarar estas frases
contradictorias (y tantas otras de tantos otros, que ya murieron), ¿qué hago
para preguntárselo?
¿Qué hago con las manos limpias
de Poncio Pilatos, y con él mismo que preguntó: ‘¿qué es la verdad’?
¿Qué hago con Isaac Asimov, que
cuando se le preguntó si creía en Dios, re-preguntó: "¿En el Dios de
quién?"
¿Qué hago con todo lo que sé
que pasa en el mundo, con todo lo que sé a medias, y con todo lo que no sé?
¿Qué hago con lo que observó
Lord Byron: “El odio es la demencia del corazón”?
¿Qué hago con todo lo que ya
pasó sin mí, y todo lo que pasará sin mí?
¿Qué hago con Moliére, que
confesó: “A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé
bien de qué huyo, pero ignoro lo que busco”?
¿Qué hago con todos los que
murieron en los campos de concentración, nazis y de otros tipos, especialmente
los que lo supieron de antemano, y además sabían que ya le había ocurrido o que
le podría ocurrir a toda su familia?
¿Qué hago con el Maestro Zen
que, en su lecho de muerte, llamó a su mejor discípulo, para darle el último
consejo, lo hizo inclinarse hacia sí y le susurró al oído: “Todavía apestas a
Zen…”?
¿Qué hago con todos los que
fueron sacrificados en “el altar de los dioses”, en los pueblos antiguos de
todo el mundo, y qué hago con los que incluso se autosacrificaron?
¿Qué hago con los agujeros
negros (cuerpo celeste que nos puede engullir en un segundo), definidos como
"una singularidad desnuda", o sea (textual): "una singularidad
gravitacional carente de horizonte de sucesos?"
¿Qué hago con los segundos de
conciencia previos a una tortura, y los minutos casi infinitos que siguen para
el torturado?
¿Qué hago con los que no sé
cómo vivieron ni cómo murieron, ni qué les pasó?
¿Qué hago con las mentiras, con
las falsedades, con los engaños, con la hipocresía, con los errores, con la
ignorancia, y qué hago para distinguirlos siempre, claramente, de las verdades, de los
hechos, de la honestidad, de lo cierto y de la sabiduría?
¿Qué hago con las masas de
millones y millones de personas que quisieron en el pasado, con justicia, lo
que otros tenían, y no pudieron, y ahora quieren, con justicia, lo que muchos
tienen, pero que representaría un progreso material masivo que el planeta ya no
puede sostener?
¿Qué hago con lo que dijo Louis
Pasteur: “Desgraciados los hombres que tienen todas las ideas claras”?
¿Qué hago con la Teoría del Big Bang, ampliamente aceptada hoy por
la ciencia, según la cual (textual): "el Universo entero comenzó con el
estallido de un punto de densidad infinita"?
¿Qué hago con todas las
personas que nacen o quedan deformes, gravemente enfermas, paralizadas...?
¿Qué hago con la explotación
animal, y con las matanzas crueles que los hombres realizamos con ellos, en
masa, meticulosamente planificadas, sólo para darnos gustos?
¿Qué hago con Sócrates, que
dijo: "Sólo sé que no sé nada", y aun así lo obligaron a tomar
veneno?
¿Qué hago con los animales que
se comen unos a otros, a veces demasiado lentamente?
¿Qué hago con la discriminación
racial, sexual, religiosa, política, cultural y social?
¿Qué hago con Albert Einstein,
que dijo: "Dios no juega a los dados"?
¿Qué hago con la explotación
infantil, pasada, presente y quizá futura?
¿Qué hago con la fina ironía,
como la de Ambrose Bierce, quien definió la longevidad como la ‘prolongación
poco común del temor a la muerte’?
¿Qué hago con los terremotos,
con los maremotos, con los incendios, con las inundaciones?
¿Qué hago con "la ley de
impermanencia" que dicen que formuló Buda, según la cual nada deja de
cambiar: ni cosa, ni hormiga, ni persona, ni estrella, ni galaxia?
¿Qué hago con lo que dijo
Groucho Marx: "En este mundo lo más importante es la honestidad y el juego
limpio, si lo puedes fingir, lo has logrado"?
¿Qué hago con el hambre, la
miseria, la pobreza?
¿Qué hago con el sexo, y con
Woody Allen, que dijo: "¿Es sucio el sexo? Únicamente si se hace
bien"?
¿Qué hago con la
insensibilidad, la indiferencia y el egoísmo, y con la solidaridad, la
generosidad y el heroísmo?
¿Qué hago con lo que dijo Oscar
Wilde: ‘Los jóvenes quisieran ser fieles, y no pueden, los viejos quisieran ser
infieles, y tampoco pueden’?
¿Qué hago con lo
inabarcablemente complejo, lo difícil, lo incierto, lo improbable y lo
incomprobable?
¿Qué hago con Cicerón, que
escribió en el Siglo I: ‘Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de
obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros’?
¿Qué hago con las religiones
que tienen "un Dios único", que no se entienden entre sí, algunas de
las cuales han llegado a perseguirse y combatirse?
¿Qué hago con lo que dijo
Sigmund Freud: "Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es
hacerse el idiota y la otra serlo’?
¿Qué hago con los sabios que no
coinciden del todo, ni antes, ni ahora, y muy probablemente nunca (porque la inmensa
mayoría ya murió)?
¿Qué hago con el epitafio de
Richelieu: ‘Todo el mal que hizo, lo hizo bien, y todo el bien que hizo, lo
hizo mal’?
¿Qué hago con lo que ya fue y
no se puede cambiar, y con todo lo que ya es, y no se puede cambiar, y con todo
lo que quizá sea, y no se podrá cambiar?
¿Qué hago con la filosofía, de
la que Karl Jaspers dijo que su origen "es percatarse de la propia
debilidad e impotencia"?
¿Qué hago con los que se
divierten sin parar en las fiestas, y con los que van de fiesta en fiesta?
¿Qué hago con las diferencias
políticas, sociales, religiosas, ideológicas, culturales y raciales?
¿Qué hago con la actriz Sza Sza
Gabor, que confesó: "No sé nada de sexo, siempre estuve casada"?
¿Qué hago con todos los que
dicen que vieron a Dios, y no coinciden entre sí, y con todos los que dicen
saber que no existe?
¿Qué hago con lo que dijo, otra
vez, Woody Allen: "Es posible que el sexo sin amor sea una experiencia
vacía, pero como experiencia vacía es una de las mejores..."?
¿Qué hago con los que tienen
demasiado y los que tienen demasiado poco, o no tienen casi nada?
¿Qué hago con el Maestro zen
Tung-shan, que dijo: "Yo muestro la verdad a los seres vivos". Monje:
"¿Cómo son entonces?" Tung-shan: "No más seres vivos"?
¿Qué hago con los que no
quieren hacer nada, o los que ya no quieren vivir, o los que quieren que otros
no vivan?
¿Qué hago con los niños que ven
horrores, y saben o sienten, pero no comprenden?
¿Qué hago con los padres que
ven horrores con sus hijos, pero saben, sienten y comprenden?
¿Qué hago con lo que dijo, otra
vez, Oscar Wilde: "Discúlpeme si no lo reconocí, he cambiado mucho"?
¿Qué hago con la madre que
perdió a su hijo, y con los hijos que perdieron a sus madres?
¿Qué hago con el humor de Jules
Renard, que cuando se topó con un conocido en la calle, le dijo: ‘¡Lo creía a
Usted muerto...! En fin, será para otra vez...’? ¿Qué hago con esa declaración:
es simplemente humor, es una burla, es una afrenta, es la descripción de un
hecho?
¿Qué hago con las guerras
étnicas, económicas, de indepedencia, de conquista, tribales, religiosas y
civiles?
¿Qué hago con Osho, que dijo
“la existencia tiene que convertirse en un signo de interrogación”?
¿Y que también recomendó, parafraseando a Buda: “Sé un chiste para ti mismo”?
¿Qué pasa si me tomo en serio la recomendación de “ser un chiste para mí mismo”: soy serio o soy un chiste?
¿Y que también recomendó, parafraseando a Buda: “Sé un chiste para ti mismo”?
¿Qué pasa si me tomo en serio la recomendación de “ser un chiste para mí mismo”: soy serio o soy un chiste?
¿Qué hago con las perversiones
sexuales, las psicosis, los traumas, los delirios, las desviaciones y las
aberraciones?
¿Qué hago con la ciencia, si
Julian Huxley dijo mascullando (después de quemarse las pestañas): "El
mundo es una maldita correlación tras otra"?
¿Qué hago con el odio, la
venganza, el rencor, la desconfianza y la malicia?
¿Qué hago con William
Shakespeare, quien en "El Rey Lear" escribió: "Al nacer,
lloramos por haber venido a este gran teatro de locos"?
¿Qué hago con lo que se sabe
sin lugar a dudas, lo que se dice que se sabe (pero yo no lo sé), lo que se
sabe a medias, lo que no se sabe aún, y lo que quizá nunca se sepa?
¿Qué hago con lo que dijo
Ortega y Gasset: "el hombre es el hombre y sus circunstancias"?
¿Qué hago con los miles y miles
de millones de galaxias ya observadas, y que ahora resultan ser sólo aproximadamente
el 5% del Universo, porque todo lo demás es “materia oscura” y “energía
oscura”, recientemente descubiertas… (decía mi mamá: “éramos pocos y parió la
abuela…”)? ¿Y qué hago ahora con el concepto de “oscuro”, tan oscuro, y que
ahora resulta que es el 95% del Universo? ¿Y qué hago si la ciencia sigue
descubriendo “oscuridades” en el futuro, cuando yo ya no esté?
¿Qué hago con Walt Whitman, que
era uno solo pero escribió: "contengo multitudes"? ¿Y qué hago si
agregó: "y no quepo entre mi sombrero y mis zapatos"?
¿Qué hago con el Big Bang del
que vengo, con el Universo del que vengo, con la galaxia de la que vengo, con
el sistema solar del que vengo, con la Tierra de la que vengo, con la evolución
de las especies de la que vengo, con los primeros hombres de las cavernas de
los que vengo, con los héroes y los villanos de los que vengo, con los
tatara-tatarabuelos de los que vengo, con los padres de los que vengo y con el
espermatozoide del que vengo?
¿Qué hago con el humorista que
publicó el aviso: "Busco abogado para el Juicio Final"?
¿Qué hago con las paradojas
irresolubles, como: "La verdad absoluta no existe, y esto es una verdad
absoluta"?
¿Qué hago con las palabras de
Lord Byron para su amado: "Aquí reposan los restos de un ser que poseyó la
belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad
y todas las virtudes de un hombre sin sus vicios" (Epitafio para su perro
Botswain)?
¿Qué hago con el placer que
parece no ser nunca suficiente, con el éxtasis, con el gozo y con la felicidad,
que nadie sabe bien qué es?
¿Qué hago con J. Krishnamurti,
que dijo: "la Verdad es una tierra sin caminos"?
¿Qué hago con la muerte de
miles y miles de millones de personas que ya ocurrieron (en forma natural o
no), y la de los miles de millones que ocurrirán (en forma natural o no), de
miles de maneras distintas?
¿Qué hago con Paul McCartney,
que cuando lo dieron erróneamente por muerto, tuvo que asegurarle a los
periodistas: “Juro que no morí”? ¿Y qué hago para saber si ya pensó que no
podrá jurar lo contrario, cuando corresponda?
¿Qué hago con lo que dijo
Albert Camus: "en una verdadera tragedia, todos los personajes tienen
razón"?
¿Qué hago con el propio Albert
Camus, que dijo: "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un
fin, sino un comienzo"? ¿Qué hago con ese comienzo?
¿Qué hago con la
superpoblación, las migraciones, los desastres ecológicos y los peligros del
espacio exterior?
¿Qué hago con mi propia muerte,
que me devolverá eternamente a la nada infinita que existió trillones y
trillones de años antes de mí?
¿Qué hago con la falta de
entendimiento entre el esposo y la esposa, entre padres e hijos, entre
familias, entre regiones, entre países, entre generaciones?
¿Qué hago con el campesino que
después de escuchar misa, abordó al cura y le dijo: “Padre: entendí que cuando
muera… mi cuerpo se pudrirá en la tierra y mi alma se irá al cielo… pero a mí:
¿qué me va a pasar?”
¿Qué hago con Blaise Pascal,
que confesó: "El silencio eterno de estos espacios infinitos me
espanta"?
¿Qué hago con la falta de
entendimiento de mí mismo, con mis contradicciones, al igual que Woody Allen:
"me vienen a la mente ideas que no comparto"?
¿Qué hago con la agonía, el
dolor, el horror, el sufrimiento, el miedo, el pánico, la ansiedad, la angustia
y la inseguridad?
¿Qué hago con Wolfgang Goethe,
que escribió: "Mientras usted no sabe cómo morir y cómo vivir de nuevo, es
sólo un afligido viajero en esta tierra oscura"? ¿Qué hago para entender
si el saber morir es un hacer o no?
¿Qué hago con las interminables
versiones de la historia sobre lo que pasó, lo que no pasó, por qué pasó, “quién
empezó”, quiénes fueron los héroes o los villanos: personas, pueblos,
organizaciones, líderes, presidentes, bandas, países, gobiernos, religiones,
sectas, gurúes, Dios y posibles civilizaciones extraterrestres?
¿Qué hago con la existencia o
inexistencia de Dios, qué explica eso y qué significa?
¿Qué hago con lo que escribió
Theodore Sturgeon: "Nothing is
always absolutely so." (Nada es absolutamente así)?
¿Qué hago con Sturgeon, de
nuevo, quien dijo: "Se admite la existencia de una inmensa cantidad de
basura en la ciencia ficción y es lamentable, pero no es más innatural que la
existencia de basura en todas partes"?
¿Qué hago con mi vocación
literaria, por la cual lo único que se me ocurrió hasta hoy, para contradecir a
la Biblia, es la frase: "...Ojalá fuéramos polvo… por mucho tiempo..."?
¿Qué hago con los argumentos
que se muerden la cola, como el de Lyall Watson: "Si el cerebro fuera tan
simple que pudiéramos entenderlo, seríamos tan simples que no lo
entenderíamos"?
¿Qué hago con las creencias,
las ilusiones, las esperanzas, y también con las frustraciones, las
desilusiones y las desesperaciones?
¿Qué hago con este cuerpo lleno
de temores irrefrenables, de los básicos: porque puede ser arrojado al vacío,
puede ser quemado, mutilado, pinchado, aplastado, ahogado, asfixiado, congelado,
degollado, fusilado, tajeado, deshollado, ahorcado... sus dedos pueden ser
quebrados uno por uno, se le pueden arrancar los ojos... puede ser decapitado,
desmembrado, destripado y desgarrado, se puede desmayar sólo por la visión de
que a otro cuerpo le estén haciendo cualquiera de las cosas descriptas, y además
puede experimentar todo tipo de repugnancias y ascos irrefrenables, y que sin
embargo, prontamente llegará a su final, y no existirá ya jamás por los siglos
de los siglos?
¿Qué hago con la evidencia de
Winston Churchill: "La imaginación consuela a los hombres de lo que no
pueden ser. El humor los consuela de lo que son"?
¿Qué hago con el cuento más
breve del mundo:
EYACULACIÓN PRECOZ
Ella lo miró?
EYACULACIÓN PRECOZ
Ella lo miró?
¿Qué hago con la música
espantosa, con los cuadros sin sentido, con las obras literarias estúpidas, con
el mal gusto, y con todos los que supuestamente pueden definir qué lo es y qué
no lo es?
¿Qué hago con la evidencia de
René Descartes: "No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo
que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente"?
¿Qué hago con los perfumes y el
olor a podrido, con la rosa y el basural?
¿Qué hago con la reflexión de Horace Walpole: “El mundo es una comedia
para los que piensan y una tragedia para los que sienten”?
¿Qué hago con el emperador
romano Marco Aurelio, quien (entre batalla y batalla) escribió: 'El tiempo de
la vida humana no es más que un punto, y su substancia un flujo, y sus
percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un
torbellino... ¿Qué puede guiar pues a un hombre? Una sola cosa, la filosofía'?
¿Qué hago con los no nacidos,
los que estaban a punto de nacer y no nacieron, y con los que nacieron muertos?
¿Qué hago con el ingenio de
Claude Chabrol: "La tontería es infinitamente más fascinante que la
inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no"?
¿Qué hago con los cuatrocientos
millones de espermatozoides que en cada eyaculación no llegan a ser humano, y
con los cientos de miles de óvulos que tampoco llegan?
¿Qué hago con la observación de
Charles Chaplin: "Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da
para más"?
¿Qué hago para saber cuándo
sentir tristeza por el dolor y la muerte; dónde está el límite (saquemos a las
plantas para simplificar) respecto a la ballena, al elefante, al hombre y la
mujer, al niño, al bebé, al feto, a la vaca, al perro, al gato, al pollo, al
conejo, al ratón, a la "mantis religiosa", a la víbora, al sapo, a la
lagartija, al gusano, a la lombriz, a la langosta, a la cucaracha, a la mosca, al
mosquito, a la hormiga, a la pulga, al jején, a la bacteria, al microbio?
¿Qué hago con las pocas horas
que separarán mi último instante de conciencia del olor a podrido de mi cadáver?
¿Y qué hago si no puedo seguir el ejemplo de Groucho Marx: “El diez por ciento
de mis cenizas corresponde que se las den a mi representante”, porque no tengo
representante?
¿Qué hago con los trillones de Universos
Paralelos a éste que los científicos serios saben, con lógica, que no se pueden
descartar como posibilidad?
¿Qué hago con lo imprevisible,
lo irremediable, lo inesperado y lo indeseado?
¿Qué hago con Antonio Porchia,
escritor famoso, en el mundo, por un solo libro brevísimo, quien reflexionó:
“Nadie puede no ir más allá, y más allá hay un abismo…”?
¿Qué hago con el hecho de que
puedo morir en cualquier momento, sin que en realidad pase nada, y todas estas
preguntas desaparecen de inmediato?
¿Qué podré hacer cuando muera,
cuando no quede nada de lo que ahora me preocupa, de lo que pienso, siento,
deseo, aborrezco y considero?
¿Qué hago entonces con esto que
estoy escribiendo ahora?
Me pregunto qué hago, qué haré,
qué es lo que puedo hacer, mientras estoy suspendido en el abismo... antes del
fin.